Todas y cada una de las semanas hago propósito de enmienda y me prometo a mi misma mejorar mis procesos para hacerme inmune a los desastres. Y todas y cada una de las semanas me ocurren desastres nuevos. Los de esta semana:
v Me despierto con lo que me parece un zafiro que una pitonisa egipcia me intenta clavar en la cadera en mitad de lo que yo diría es un ritual del amor y la suerte, conjurando a los habitantes del mas allá. Cuando por fin vuelvo a la consciencia y a Londres 2011, me doy cuenta de que lo que en realidad se me está clavando es el tanga. Y no solo es que es mucho menos glamouroso, es que de todos los sitios donde se me ocurre que se te puede clavar el tanga, este es uno de los más inexplicables.
v Llego a la clase de spinning, hago mis estiramientos antes de empezar y justo cuando todo el mundo está casi convencido de que soy una autentica profesional noto que algo en las zapatillas no va bien. Me recoloco el calcetín un número de veces suficiente como para que el de la bici de al lado piense que me está saliendo un sexto dedo o un espolón al que me estoy adaptando con esfuerzo. Y es después de la vigésimo quinta vez cuando me doy cuenta de que lo que me molesta es un protector que me he dejado por error en uno de los dedos. ¿Como carajo retira una semejante ordinariez sin quitarse el calcetín ni compartir con el mundo la información? Con mucho cuidadito.
v Estoy a punto de salir corriendo de casa, cojo la bolsa de la basura y İsorpresa! Caen 100 gusanos vivitos y coleando. Miro al gatito Jones con cara sospechosa y él me devuelve la mirada con cara de pio pio que yo no he sido. Dos cosas han sido confirmadas. Una por experiencia: los gusanos sobreviven a la lejía, tú posiblemente; no así que la próxima vez buscare una alternativa mas letal. Otra por el veterinario: los gusanitos son los efectos secundarios de las pulgas que mate el mes pasado. Una especie de castigo de Dios, de María de la O, en versión moderna y sin caracolillo.
Justo cuando yo estoy como una flor viene un abeja en forma de desastre a molestarme |
v El mundo se confabula contra mí y justo cuando mas necesito los inventos tecnológicos más me dejan tirada: la batería de un portátil no funciona, el otro se niega a reconocer el micrófono y yo me acabo encontrando como el hombre invisible en versión muda en una conversación de Skype que me encantaría escuchar a hurtadillas salvo por el hecho de que solo somos dos en ella y yo no puedo hablar. ¿Hola??? ¿Hoooolaaaaa? Como echo de menos los tiempos de boli Bic, Bic, Bic, Bic, Bic...
v Voy a médico de nuevo. Esta vez porque me preocupa haber acogido en mi seno algun gusano, pulga o el protagonista del siguiente capítulo de animales indeseables en mi vida. El médico me mira con ternura mientras duda si darme un anti-parásitos o un vale descuento para un centro de día de hipocondriacos anónimos donde pueda compartir con otras personas con mi condición mis experiencias. Y yo la verdad es que salgo de la consulta como unas pascuas. Ya somos dos felices: yo porque no tengo ninguna enfermedad terminal causada por parásitos gatunos y el médico por sus propias razones que su cara de chiste dejaba entrever.
¿Algún desastre divertido que compartir?
Lara Jones
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