Tantos años de jugar a las princesas (de pequeña, de mayor y entre medias) me han dejado algunas secuelas que aunque no me harán pasar la prueba del guisante (no es que no note un guisante, que es que probablemente tampoco notaría la pelota de Pilates grande), la del zapato de cenicienta (¿cómo voy a llevar un zapato de cristal puesto si rompo aproximadamente 6 copas al mes, la mayoría mientras no las uso?), ni la de la torre (el champú de pelo fino hace milagros pero no como para que alguien escale por mis trenzas) me sitúan como una clara candidata al trono. Claro que desde que Fiona la de Shrek e Internet aparecieron en nuestras vidas, ha habido algunos cambios y yo, elegantemente, he adaptado mi comportamiento a ellos:
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Yo soy la princesita que se bajo del coche en Ascot y mantuvo la compostura andando en mitad del fango, sin dar un traspiés, caerme de culo ni subirme a caballito en la espalda del primer desconocido que apareciese. Y también la que al volver al parking se puso unas zapatillas y movió todas las vallas porque mi real coche no podía salir por esas arenas movedizas.
v También soy la princesita que, corriendo por el parque, se paraba delante de todos los charcos a coger impulso y saltaba tal cual lo haría Victoria Beckham (manos en alto, uñas apuntando todavía más alto, de puntillas y con cuidadito). Y la que volvió a casa llena de barro, orgullosa con un jugador de rugby y disfrutándolo como el niño del anuncio de Ariel (si, el que dan ganas de tirarlo y comprar uno nuevo en lugar de lavarlo).
v Y soy la princesita que decidió poner la fruta en una bandeja de tres plantas de té, porque, aunque no está científicamente demostrado, yo libero endorfinas cuando la veo y eso me ayuda a controlar el envejecimiento prematuro. Y la que va a toda pastilla por el super y firmaría para obligar a las personas que lo utilizan como centro de ocio a usar señalización adecuada y situarse siempre en el carril lento (los castigos por incumplimiento no los he decidido pero creo que la Inquisición me podría dar alguna buena idea).
El mejor candidato a principe hasta el momento |
v También soy la princesita que apunta tímidamente con manicura perfecta en la carta del restaurante. Y la que horas antes uso la punta de esos mismos dedos para amenazar con un destornillador a la cómoda de Ikea.
v Y soy también la princesita que salta hasta el techo si ve una cucaracha y hay alguien en las inmediaciones en el que delegar la gratificante tarea de deshacerse de ella. Y la que se ríe como la bruja de Blanca nieves mientras fumiga la casa y reconoce los cadáveres de todos esos animales de 8 patas en adelante.
Y aunque ahora ya no me valga mi traje rosa con estrellas de princesa, creo que mi comportamiento real y mi experiencia como reina de mi casa, me colocan como una fantástica candidata al trono, a la espera solo de que Prince Charming encuentre mi zapato, trepe la torre, compre los guisantes congelados de Frudesa y me despierte con el primer beso de amor (si, la Bella durmiente es mi favorita: ni nota guisantes, ni usa sus trenzas ni parece que los zapatos se le rompan o le hagan daño).
¿Alguna princesita más leyéndome?
Lara Jones
Hola guapa! que bonito :D me encanta como escribes tienes mucha imaginación, además haces lecturas muy divertidas y entretenidas! pues oye yo también soy una princesita pero no como las de antes sino más bien parecida a ti y me siento identificada con lo de la cucaracha jajaja
ResponderEliminarbesitos♥
Hola Lara tesoro muy buenas tardes, la verdad es que yo también en muchas ocasiones me siento como las princesitas pero como tú. je je.
ResponderEliminarLa verdad es que me siento muy identificada con tígo, con todas las historias incluida está.
No dejo de admirar el trabajo tan estupendo que haces, me alegra esté espacio, y sobre todo tenerte aquí. Eres la mejor cielo eso no lo olvides nunca. Un besazo bien fuerte.
http://mary1975.blogs.elle.es/
Muchas gracias chicas! Ya veo que no soy la unica princesita moderna!
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