Esta mañana he ido al médico. En realidad yo solo iba a cambiarme de médico de cabecera pero como aquí son tan pomposos, tuve que pasar por toda una rueda de reconocimientos que incluye actividades tan placenteras como transportar mi pipi en el bolso y el pánico que eso conlleva (entre rupturas potenciales del frasquito e ir a pagar con él por error).
El caso es que cuando me tomaron la tensión, la enfermera me pregunto si me encontraba bien. Yo que no había desayunado y andaba fantaseando con merendarme a algún niño de la sala de espera, mojadito en café, eso sí, pensé que estar a punto de desmayarme era parte de la situación. Pero cuando me pregunto de nuevo, me empecé a preocupar. Y es que yo que no soy nada miedica (una vez fui a urgencias porque se me había clavado en la garganta una mini espina de sardina pensando que se me iba a infectar y probablemente tendrían que amputar) de repente encontré que mis uñas resquebrajadas seguramente eran síntoma de falta de alguna vitamina sin la que no se puede vivir mucho tiempo (y yo llevaba tres meses ignorándolas, tic tac, tic tac); el dolor de cabeza, algún alien maligno creciendo la velocidad de la luz; el dolor de riñones, lejos de ser causado por mi cama Zen, era el manifiesto de una escoliosis inoperable; y el ojo de gallo que me quite del dedo pequeño del pie hace tres días... pues no lo sé pero seguro que estaba colaborando activamente a alguna de las múltiples enfermedades.
Dulces y otras medicinas |
Después de unos momentos muy angustiosos en los que la enfermera es esforzaba en repetirme que no era nada importante (me pregunto si sospecharía tanto como yo del ojo de gallo) salí de la consulta para pedir cita con mi nuevo medico. Segura de que el actuaria raudo y veloz ante mi cuadro sintomático y que me dirigiría eficazmente hacia el neurocirujano, el traumatólogo, el podólogo y potencialmente el psicólogo, deje el centro de salud feliz y con aproximadamente 5 enfermedades más de las que entre.
Como ya no tenia ningún sentido preocuparme por el colesterol, hice una paradita para comprar un par de donuts rellenos de mermelada. Yo no sé si era yo la que tenía hambre, mis riñones, mi cabeza o mi ojo de gallo, pero el caso es que estaba como nueva a los 5 minutos. Sin ni un solo achaque y tres citas con el médico a las que asistir. Glupsss!
Lara Jones