He vivido mi viaje a Roma como una super fan quinceañera: baje del avión dando saltitos e imaginándome los 5 fantásticos días que pasaría en la ciudad; entré en éxtasis en un supermercado al ver las manzanas (me pregunto cuántos genes comparten con las inglesas, porque yo creo que solo el nombre y, posiblemente por una mala traducción de alguien que se las daba de nivel ‘alto’ de inglés y se vio incapaz de enmendar su error); realicé el proceso de caza, captura y compra de blazer más rápido jamás visto sobre la faz de la tierra (30 segundo end-to-end y con un 70% de descuento) y, todo esto, en mi primera hora en la ciudad.
Evidentemente, aquello solo podía mejorar y yo a punto estuve de pintarme unas rayas en la cara con el pintalabios. Gracias a Dios en un momento de lucidez de contuve (fundamentalmente porque era rosa fucsia) y eso me permitió visitar todos los lugares emblemáticos con objetivos claramente personalizados al universo Jones:
v El vaticano: que aparte de aburrirme soberanamente con su exposición de Egipto (¿soy yo o vayas al museo que vayas siempre hay alguna momia? Y no me refiero a estas señoras de cartón piedra con olor a Chanel A.C.), me culturizó con la capilla Sixtina, me dio paz interior con su misa de 10.30 y me preparó para los nuevos pecados que espero que lleguen a mi vida, porque si no, le voy a poner una queja al Papa.
v La Fontana de Trevi, que hace caja a base de procedimientos confusos. Porque la primera moneda que tiras es para volver a Roma, la segunda para casarte en Roma (envío de marido, implícito para las que no estén prestando atención) y la tercera es para casarte con un romano (a mí la nacionalidad me da igual, pero con la tercera seguro que aseguro lo de la segunda). Lo que no queda claro es si las tiras juntas o por separado y ademas no especifica cuantas más tienes que tirar para next day delivery. Así que como mujer precavida vale por dos, tire 9 en total (tres a la vez, tres de una en una y otras tres para asegurar). Todo será que me envíe dos ex maridos y un marido.
v Las catacumbas: que son muy parecidas al purgatorio. No solo porque si te pierdes en sus 12 km de longitud posiblemente tardes un tiempo muy cercano a una eternidad en encontrarte, sobre todo si tienes un GPS interior parecido al mío (ni campo magnético ni comunicación con satélites) sino porque si no planificas la visita (como fue mi caso) puedes acabar andando un total de 3 km (1.5 km por coger el autobús equivocado + 1.5 km por perderme) para finalmente descubrir que están cerradas y tienes que volver al día siguiente.
v El coliseo: ahora ya tengo una idea más clara de cómo mandar a los bandidos que pasan por mi vida a los leones. Y el pulgar para abajo preparado para dar la orden de merienda inmediata.
Como no me iba a gustar una ciudad que esta en un pais en forma de bota!! |
Lo que no ponía en las guías, y aunque lo hubiera puesto habría dado igual, porque yo a estas alturas he leído un total de cero y eso que he ido y he vuelto con éxito (fundamentalmente porque los pilotos siempre aterrizan en el lugar correcto, sin necesidad de seguir mis instrucciones) es que un trayecto de 500 metros a plena luz del día a pie puede llevarte 2 horas (velocidad de escaparate, parada en todas las tiendas, optimización del espacio en las bolsas y movimiento en zigzag cambiando de acera cada 3 metros longitudinales) y 10 minutos por la noche; que las pastelerías son antros de perversión llenos de pecados diversos (napolitanas, donuts, brioches…); que te gustarán todas las comidas (reforzando el pecado de la gula, menos mal que tienen el Vaticano al lado); y la mayoría de los italianos (ayss, otro pecado para la lista); que el conocimiento llegara a ti por osmosis con las piedras del fórum (lo bien que sientan las siestas al sol) e que incluso te plantearas mudarte allí porque aunque posiblemente necesites un trasplante de tobillos (¿ quién invento el empedrado?), no te puedes resistir ni al encanto de la ciudad, ni a su sol, ni a sus sabores, ni a su diseño italiano ni, ay, a su acento.
Así que enamorada como una quinceañera, me declaro fan incondicional de Roma, pero sin mechero que seguro que me prendo el esmalte de uñas y pone en el tarro que es altamente inflamable.
Hola Lara después de leer está crónica de tú viaje me muero por ir a Roma, quiero conocer de primera mano este fabuloso lugar.
ResponderEliminarUn besazo.
Y
Feliz Viernes.
http://mary1975.elleblogs.es/
guapa.
Pues si, seguro que vuelves con un armario ropero mas de modelitos y un monton de nuevas combinaciones para ensenar en tu blog!
ResponderEliminarx
Ay! Roma me encanta! estas Navidades se me chafó el viaje que ya tenía preparado para volver, pero espero que se organice pronto otra vez!!
ResponderEliminarMe alegro de que te lo pasaras tan bien!! tienes que enseñarnos la blazer ok?
Besis!!
www.mimundodecolores.blogs.elle.es