8/2/11

El hombre y... Londres

Creo que hay un animal apareándose debajo de mi ventana. Pensaría que es mi vecino pero su decisión estratégica de tener su puerta enfrente de la mía para verme mejor (como el lobo de Caperucita pero en calzoncillos y sin gorro de dormir, al menos hasta donde yo he visto) lo hace inviable.
Por los ruidillos de medio pelo, podría ser un zorro aunque igual es la ardilla que casi se me cuela en casa el otro día (ya me veía blandiendo mi aspirador de mano Black and Decker para echarla, porque lo de tener alfombras hace imposible echar a nadie a escobazos) o uno de los bichos con múltiples patas que se me colaron durante todo el verano (sin embargo, sospecho  que estiraron la pata en algún punto entre la compra de anti insectos  y la ultima nevada).
Aunque también podría ser una de mis especies autóctonas favoritas: los city animals. Cada vez que veo uno solo o en pareja, suena en mi mente la música del El Hombre y la Tierra, con la voz del gran Félix Rodríguez de la Fuente (sin recuperar estoy del episodio en que el que el águila despeña a la cabra).  Tururururu… El city macho se bebe en el club hasta el agua del canario. Tururururu… Tururururu... la hembra se viste como en Julia Roberts en Pretty Woman antes de conocer a Richard Gere pero sin fines comerciales. Tururururu..., la hembra  hace entrada triunfal luciendo exactamente como el resto de las féminas, que son un 80% del público del club, y también se saltaron la clase de marketing de estrategias diferenciadoras. Tururururu… el macho se relee el procedimiento de gestión de candidatas, capitulo “mucho arroz para tan poco pollo”.
City Macho boquiabierto ante la carga de trabajo nocturna

Tururururu... la hembra  decide hacer suyo el ‘stay out of the crowd’ intentando saltar más alto que sus competidoras (como en un concierto heavy pero con los pelos lavaos y tacones, que  mezclados con movimientos gimnásticos aseguran un esguince). Tururururu… el macho se lía, se le mezclan las hojas, la noche le confunde y decide arrimarse a la que esté más cerca y no le pise el juanete con el tacón de aguja (pacto de no agresión implícito). Tururururu… se dedican al restregón pero sin música de reggaetón. Tururururu... pasan la noche juntos, potencialmente más durmiendo la mona que dedicándose a actividades erótico-festivas. Tururururu… Tururururu...… al día siguiente, el macho se va sin dejar huella. Es un nuevo día en la sabana londinense. Comienza la cacería de nuevo.
Y yo mientras sigo con estos ruidos debajo de la ventana. ¿Venderán en Tesco sprays anti lujuria?

2 comentarios:

  1. Pero yo creo que estos animales son así en todas partes!! al menos los de Madrid se parecen mucho a esos tuyos londinenses...no crees?
    Besis!!

    www.mimundodecolores.blogs.elle.es

    ResponderEliminar
  2. Si te digo la verdad, siempre hay cazador y cazado. Lo que me ha sorprendido es que aqui las chicas hacen todos los esfuerzos posibles para llamar su atencion, no son los chicos los que se acercan y persiguen, es el reves!!!

    ResponderEliminar