19/1/11

Quiet zone y otros lujos asiaticos

Reconozco que esta mañana cuando me he subido en el tren me he sentido aliviada. Haber reservado un asiento en  ‘quiet zone’ me ofrecía ese confort que solo alcanzas cuando:
1.       Sabes que no habrá reporteros dicharacheros entrevistando a alguien para alguna elección de algún sitio que yo ni conozco ni probablemente quiero conocer.
2.       Te confirman que no encontrarás personas que utilizan el móvil a un volumen que hace innecesario su uso (si el móvil tiene micrófono, ¿por que nos empeñamos en hablar a pleno pulmón?).
3.       Tienes la garantía de que no habrá niños, porque, no sé si soy yo la única, pero me da la impresión que el volumen de los niños es directamente proporcional a lo que a ti te molestan. Para mí son siempre dolby surround.
4.       Si alguien ejecuta test a tu sistema nervioso, fingiendo que dobla y redobla una bolsa de plástico  o que busca algo en sus profundidades puedes pitar penalti y expulsión.
Y la verdad es que todo iba muy bien hasta que empecé a oír ese ruido de fondo… cada vez más cerca, cada vez más frecuente… ¿Qué era ese sonido tan familiar? ¿Tan húmedo? Tan… ¿ Eran besos??? Con los ojos fuera de las órbitas  y tan iracunda como cuando pago Speedy Boarding con EasyJet para descubrir que ese día no les apetece seguir el procedimiento y tengo que hacer cola , busque a la feliz parejita. Y si, ahí estaban, felices como regalices destruyendo  mi paz interior.

Por seguridad mundial, prohibido besarse delante de Lara Jones

Me sentí Sara Montiel en su momento ‘qué invento es este’, Fernando Fernán Gómez en ‘A la Mierda’, y Jannete en ‘Por que NO te vas’. Me habría gustado sentirme Norma Duval en ‘Agradecida y Emocionada’ pero decidí dejarlo para otro día porque la situación definitivamente no requería ni plumas ni lentejuelas.
Y empecé a buscar: un botón para bloquearlos, otro para bajar el volumen y otro para meterlos en la carpeta de correo no deseado y luego eliminarlos sin echarlos ni un vistazo, con risitas ahogadas y sintiéndome tan traviesa que incluso note salir  un moño manga a cada lado de la cabeza. Hasta podía sentir los mini-shorts y los calcetines hasta la rodilla.
Lamentablemente solo encontré un letrero que pedía no utilizar el móvil. ¿Habría un policía cerca para leerles sus derechos? Definitivamente, aquello era un acto criminal incluso fuera de ‘quiet zone’. Eran las 8 de la mañana, estaba oscuro fuera, hacia frio y yo todavía no me había tomado mi primer café y ahí estaban ellos más despiertos que cualquier otro en el vagón y haciendo gala de felicidad. ¿ Eso no es denunciable?
Así que para mi próxima vez en tren he decidido irme a los vagones ruidosos por sí:
1.       Encuentro al político entrevistado y puedo convencerle de que haga las reformas necesarias para prohibir besos húmedos en zonas públicas a horas que ponen en peligro la estabilidad mental del resto.
2.       Agradezco a los que hablan por el móvil que cumplan las reglas y lo hagan en las zonas designadas.
3.       Me hago amiga de algún niño o en su defecto descubro como neutralizarlos con venenos que no dejen huella.
4.       Ayudo a alguien a doblar su bolsa y con eso contrarresto todos los puntos perdidos para ir al cielo por los malos pensamientos sobre mi vecino.

2 comentarios:

  1. Bueno bueno bueno, con ese te has superado...Tu vete siempre a la NO quiet zone, igual encuentras a prince charming, un cura que os case, un nino que lleve los anillos y una bolsa llenita de arroz!!! ves como no tiene porque ser tan malo??
    x

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  2. El ratoncito colorao21 de enero de 2011, 7:07

    Una simple puntualización histórica... el famoso "Agradecidos y emocionados" es de Lina Morgan...
    Me alegra saber que existe un parentesco filosofico entre Lara y Lina.
    Pd.Hay que tomar más fibra como el Jose "Coronao"....

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