25/6/12

Nos vamos de squash

Lo bueno de tener ideas de bombero no es solo que te entretienes un montón sola ejecutando o accidentándote, es que la vida se vuelve excitante en un abrir y cerrar de ojos.  Lo malo es que Dios nos cría y nosotras nos juntamos, así que las comidas tranquilas de chicas pueden acabar de cualquier forma. O en particular, yéndonos a nuestra primera clase de squash.
Y es que el domingo, mi amiga, llamémosla Torbellino, vino a comer a mi casa. Después de mencionar las clases de squash unas 200 veces en 10 minutos y llamar a la recepcionista del club por su nombre (signo inequívoco de la premeditación y alevosía que yo decidí ignorar), me desveló que venía super preparada para la batalla y que, en su maxi bolso, que parecía de adorno, en realidad traía todo el equipo.
Asi que, cuando deberíamos habernos tumbado en mitad de la carretera a hacer la digestión como todas las boas de nuestra especie hacen después de comer un asado y una tarta entera entre dos (para calmar las aguas, tengo que decir en nuestra defensa que no era de chocolate), nos pusimos nuestras mallas capri, las zapatillas y nos fuimos a coger una raqueta por primera vez en nuestra vida. Lo cual es tan peligroso como suena.
Porque dar a dos mujeres indigestas esas armas solo puede acabar como acabó: por el pasillo hacia las canchas yo ya me lleve un raquetazo y eso que no nos íbamos peleando como hermanas. Solo íbamos andando. Si llegamos aponer intención, no sobrevivimos.
Al entrar en la zona de las canchas me lleve un pelotazo.  Si es difícil que la pelota pase por encima de la pared de cristal, mucho mas difícil es que aterrice en la cabeza de alguien que va por primera vez, pero ahí estaba yo, atrayendo la suerte como un imán.
El resto fue relativamente mas fácil: no dimos a la mitad de las pelotas, hicimos mucho baile del cangrejo (de lado porque si atinábamos a dar a la bola se volvía en nuestra contra así que no quedaba otra que sálvese quien pueda), cuando por fin di a una la perdí de vista y ¿donde estaba? Atascada en mi raqueta... Única vez en la historia del club que se consigue semejante hazaña.
Y para dejar bien alto el pabellón,  no solo no le dimos a las pelotas, nos asustamos y corrimos despavoridas en dirección contraria a ellas y el instructor se llevo al resto de la clase a otra chancha para no perder la clase en balde, es que necesitamos instrucciones para abrir la puerta para salir. Un poco en plan Hitchcock en los Pajaros en el momento cristalera solo que sin pájaros, sin cristalera y con muy poco razonamiento mecánico sobre como abrir puertas de cristal.
La próxima vez lo haremos mejor!
Lara Jones

19/6/12

Todo lo que aprendi en el aeropuerto

De mis viajes, como siempre, extraigo nuevos conocimientos. Y si los viajeros de verdad conocen el mundo callejeando y los turistas a través de la guía pagada de la ciudad, yo no necesito ni salir del aeropuerto para volver pasmada.
Mi fin de semana en España tenía como objetivo asegurarme de que Mama Jones y sus achaques estaban en orden y enviarle un Kindle (el Kindle llego por Amazon pero como en mi casa funcionamos como los grandes distribuidores, los últimos 5 metros es donde más perdidas de producto hay, o lo que es lo mismo, era muy probable que la hermanísima Jones se olvidase de dárselo y el aparatito criase polvo para siempre en su habitación). El objetivo del aeropuerto de Barajas, por el contrario, era enseñarme una vez más las diferencias culturales.
Y es que salí de Londres, como siempre haciendo el paseíllo de la vergüenza con mis potingues y ungüentos en una bolsa de plástico. Si no se entera todo el mundo de tus secretos de belleza en el control de equipajes no te dejan volar. Menos mal que la industria farmacéutica nos provee con todo porque no se yo cómo reaccionarían a pócimas con sangre de murciélago o leche de vaca recién parida. O como hacen en Sudamérica, placentas…. Y  sali también descalza y sin pantuflos de plástico porque ,igual que las servilletas escasean, los pantuflos son innecesarios: los bebes gatean por el suelo del aeropuerto para horror de las madres mediterráneas y las inglesas, que andan por la calle descalzas cuando vuelven de fiesta, consideran hacerlo por el aeropuerto todo un lujo asiático en un entorno con un nivel de ácaros e infecciones claramente reducido.
Y volví a Londres justo al contrario, no solo en dirección si no en medidas de seguridad. En España gracias a Dios nos hemos cansado del jueguecito de la bolsa de los potingues. Los policías del control de equipajes no tienen ni una miajita de curiosidad y yo casi que lo agradezco, porque he llegado a pasar con 20 mini frascos de los de Sephora pareciendo una diosa de la belleza solo que sin extensiones, uñas postizas ni cualquier otro indicativo de semejante nivel de conocimiento.
Me dieron pantuflos para que no pisase el suelo (por Dios que alivio porque no creo que me vaya a acostumbrar de la primera a la marranada mix de andar por el mundo descalza sin escuchar a mi madre de fondo y su mensaje por megafonía ‘que vas a coger la triquinosis’). Pero lo mejor fue que a la señora de detrás de mi le pidieron que se quitase las cuñas!! Y es que no se puede pasar ni con cuñas ni con plataformas. ¿Esperaran que llevemos un alijo de pintalabios en un falso tacón? ¿O irán buscando un rizador de pestañas, que todavía no tengo claro si entra dentro de la lista de utensilios peligrosos con los que no puedes viajar? Mira que si llevas un montón de polvos traslucidos para quitarte los brillos y, lo que es peor, te da por repartirlos con el resto de las mujeres del avión? Y lo mejor, el sabio consejo del policía: ‘si es que venís muy monas pero es mejor que vengáis en danzarinas’. Criaturita, como se nota que tu no saliste en pleno diluvio universal de Londres. Porque la primera imagen que me vino a la cabeza fue la tormenta de mi vida y yo achicándome agua de entre los dedos de los pies.
Y para remate del tomate, cuando escanean mi bolso me dice el policía que por favor le saque la comida que llevo. Y me pregunta que si es queso. Pues sí, manchego que me dio mi madre. Me sentí tal cual Alfredo Landa, solo que con pelo en la coronilla.

Lara Jones

12/6/12

Polo in the park


Creo que en algún otro post ya he mencionado lo útil que han sido la enseñanzas del gran Félix Rodríguez de la Fuente para entender la dinámica de la city. El sábado pasado, el decorado era un poco diferente (un partido de polo) pero el comportamiento sorprendentemente el mismo.

Y empezando por el principio, si hay algo que les gusta a las inglesas es emborracharse con una pamela en la cabeza. No importa que el evento ocurra en un terraplén, un precipicio y necesiten llevar arneses o un barrizal. Ellas se plantan sus vestidazos, taconazos, pamelon y consiguen en una hora lo que a muchas otras nacionalidades les lleva todo el día: acabar a gatas.

Asi que el sábado, después de un mes de lluvia, que me convenció más que de sobra para llevar el uniforme de polista (vaqueros y polo), un ejército de mujeres con flores, lazos y plumas en la cabeza y una variedad importante de calzado (desde estilettos hasta Hunters, porque algunas son tan precavidas como yo) tomaron el campo de polo.

La otra mitad fue ocupada como no podía ser de otra forma por una flota de hombres con chaqueta y pañuelo en la solapa, que es el equivalente masculino de gatear con pamela.

Y a partir de ahí, el experimento sociológico:
§  Las mujeres, tanto esfuerzo que han puesto para tamaño evento, son ignoradas por los hombres que se dedican a pasear con aire de autosuficiencia. Y es que el hecho de que en Londres el número de mujeres solteras sobrepase en miles al de hombres, hace que sean los hombres los que gritan ‘mírame’.
§  En mitad de la desesperación, muchas se arrancan a bailar en mitad de las plataformas colocadas para evitar ahogamientos en el fango (un mes de lluvia es mucha lluvia). Por mucho que salten, no hay manera, ni una mirada.
§  Entre medias, beben y beben y vuelven a beber, como los peces en el rio. Cuando algunas se empiezan a caer y perder los zapatos, consiguen la atención que estaban buscando. Una pena que como ya no pueden andar en línea recta ni lo notan. Y solo son las 5 de la tarde.
§  Los relaciones publicas de Compeed (si, los de las tiritas y las almohadillas para los zapatos) persiguen a los peores casos dándoles muestras gratis e intentando llevárselas a la furgoneta del descanso, que es como la del amor, pero mucho mas placentera si llevas varias horas subida en 10 cm de tacón sin sentarte.
§  Al final del dia, cada mochuelo a su olivo. Los hombres caminando por la calle esperando ser admirados y las mujeres despelujadas y desplumadas caminando por la calle esperando ser ignoradas.

Y es que, al final, Londres es Londres y la dinámica de clubbing se traslada a casi cualquier otro lugar donde hay cantidades ingentes de solteros.

Moraleja: si vas al polo, presta atención al partido.

Lara Jones

5/6/12

Jubilee en Londres!

Ahora que el fin de semana del jubileo británico ha llegado a su fin, creo que tengo que empezar por darle el pésame a la reina. Alguien se ha planteado como se siente la reina después de 60 años preparando el jubileo, unos hijos que no le permiten la jubilación a una edad prudente y unos nietos como Harry, que parece descendiente de un granjero y las hijas de Fergie (que son las vacas que complementan  la granja de Pin y Pon versión británica) cuando después de todo este duro trabajo el gran día le llueve? Y no llueve un poco, no, no, llueve como para complementar a los 1.000 barcos del desfile con otras mil zodiacs para asistir a los viandantes y un par de demandas judiciales por no tener suficientes barcos salvavidas en las calles al más puro estilo Titanic.
Es más, teniendo en cuenta que el finde pasado yo andaba desmayada en pantalones cortos viendo yogurines de 18 años y este me lo he pasado engurruflada dentro de mi abrigo, alguien se ha planteado cuantos outfits se necesita tener planeados para tamaño evento en un clima tan traicionero como esta? Porque me la imagino, con Kate haciendo su Guasshh, Guasshh de bucles al viento eligiendo modelitos: uno de verano, de seda con un mega sombrero de flores; uno de entretiempo, con menos flores por si está nublado y una chaquetita; uno de invierno sin lluvia y por último el elegido: modelo diluvio universal en el gélido invierno que incluye chaleco interior de borreguito, bragas de cuello vuelto térmicas, sombrero con manguitos incorporados (nunca se sabe cuándo se van a necesitar estas cosas) y bolita calienta manos (que yo solo he visto en Alemania pero que es muy practica para no perder ningún dedo innecesariamente).
Y es que en 60 años han cambiado muchas cosas: las mujeres ya no tienen 15 hijos gracias a la píldora, los cafés se pagan con tarjeta, las vacaciones se pasan en Vietnam y próximamente en la Luna y ya no es necesario cocinar, la comida sale hecha del microondas. Pero hay cosas que nunca cambiaran: en Londres es invierno 11 meses al año; la monarquía es la institución más querida del país, independientemente de todas las conversaciones sobre Tampax que salgan a la luz, Murphy vela por todos nosotros y porque nuestras ocasiones más especiales sean lo más desastrosas posibles, y no hay nada como los forros de borreguito.
Me encantaría poder contar en mayor detalle el desfile, pero desafortunadamente, el mal tiempo me puso en modo hibernación, como mi ordenador, y en vista de la ventisca y el mega diluvio, decidí quedarme al calor de mi casa haciendo bricolaje y comprando perlas barrocas para limpiar mis momentos anti glamour.
Lara Jones