Según muchisisimas páginas
web en Internet que no puedo recordar porque yo también padezco el síndrome de
la era de la información, que produce memoria de pez como respuesta al
bombardeo de datos constante (spam y no
spam), hoy en día recibimos tropecientas veces más información que un día en la
vida de nuestros abuelos. Qué bien vivían nuestros abuelos y que poco se
olvidaban las llaves.
Y es que yo culpo a
la sobrecarga de información de los acontecimientos de la semana pasada. Nos ponemos en situación: una
personita con muy pocas horas de sueño
(y eso que el gatito Jones es un bebe autolimpiable y autalimentable que si se
pone tonto por la noche duerme en el baño), se levanta, se arregla y, después
de tirar el serum del pelo, volcar la taza del cola cao y añadir a la lista un
par de desgracias menores más que solo podían ser el presagio de lo que estaba
por venir, se dirige a la puerta. Llevo bolso? Voy yo? Voy vestida? Llevo
zapatos? Llevo móvil? Llaves del coche? Tic, tic, tic… Lo llevo todo! Cierro la
puerta y… Ay, las llaves de casa!!!! Y ahí estábamos, mi geranio y yo a la
puerta de casa con las llaves del coche, el bolso, el portátil, el móvil y un
total de cero formas de volver a entrar en casa. 7 de la mañana para más inri…
Nada puede ir bien en un día en el que a las 7 de la mañana ya te has dejado
las llaves…
Gracias a Dios, a
quien madruga Dios le ayuda, fundamentalmente en forma de llegar antes a los
sitios: te levantas antes, te arreglas antes y te dejas las llaves antes, también
puedes ir a casa de tus amigos a por tu copia de las llaves antes de que ellos se hayan quitado las legañas. Así
que en 15 minutos asunto resuelto: mis llaves y yo estábamos juntas de nuevo cantando
como Paloma San Basilio ‘Juntas, café para dos…’.
El caso es que fue
entonces cuando mis amigos empezaron a cuestionarme: cómo es que te has dejado
las llaves? A ver, a ver, pongamos un poco de orden. Dejarse las llaves es muy muy
fácil. Lo difícil es acordarse todos los días de cogerlas. Y también empezaron
las soluciones: mételas en el bolso y así nunca te las olvidas. Ya, y tampoco
cierro la puerta con llave, que igual tampoco es tan malo porque teniendo que
mi tele vale 100 libras, mi teléfono es una BlackBerry y mi posesión más cara
es un gato obsesionado con correr detrás de pelotas con cascabeles, igual a los
ladrones potenciales les doy penita y me limpian la casa o me regalan un móvil
decente que total, stock tienen de sobra. Y la mejor de todas: anda que lo que
no te pase a ti… hombre, a mi pasarme me pasan muchas cosas, la mayoría
impensables para los mortales. Ahora que dejarse las llaves es la mitad del
negocio de los cerrajeros, así que intuyo que lo que no fue normal es que se me
cayesen las llaves del coche por una alcantarilla (para eso se necesitan habilidades
especiales) y lo que tampoco sería normal sería salir en bragas de casa con las
llaves en la mano. Como tampoco fue normal cuando mis padres se asomaron a la
ventana del descansillo y se les cerró la puerta detrás dejando al gatito Jones
a cargo de las lentejas en el fuego… Y es que la sociedad de la información ha
creado muchas anormalidades (gatos cocineros, tele sexo, clases de yoga en la
alfombra, xBox, Quien quiere casarse con mi hijo…). Que una de ellas sea que yo
me deje las llaves es cuestionable.
Como punto
positivo, me he acordado todos los dias desde el suceso de coger las llaves
(como me acorde durante los 32 años anteriores… A la vejez viruelas…).
Lara
Jones
Creo que todo el mundo se ha dejado al menos una vez en la vida las llaves en casa, o directamente las ha perdido, que es mucho peor.
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