27/3/13

Adoro la semana santa


Me encanta la Semana Santa, porque a pesar de que los anios de Marcelino Pan y Vino, Benhur y las procesiones de rigor estan en un pasado lejano (o quizas precisamente por eso, porque, por Dios santisimo que aburrimiento de television…), los dias de fiesta que tanto necesito con mi nuevo trabajo tienen un monton de pequenos placeres ocultos:

·        Las vacaciones en si mismas: levantarte a las 8 en lugar de las 6 de la manana, porque yo tengo un resorte en el colchon que a partir de una hora determinada me escupe y lo peor es que me gusta y en dos minutos estoy cantando en plan el canario de la vecina. Lo siento por el resto de los vecinos, la vida es dura y la melodia de mi voz no la hace ni un poquito mas facil (es lo que tiene no tener oido ni voz ni verguenza).

·        Los huevos de chocolate. Y es que a falta de monas de Pascua (lo que las echo de menos, me las puede enviar alguien) buenos son los huevos de chocolate que llevan en las tiendas un mes. La idea inicial era comprarlos y guardarlos para las fiestas pero cuatro paquetes de mini-huevos despues creo que es mejor aceptar la derrota, sacar el panuelo blanco y seguir rumiendo el chocolate a dos carrillos.

·        Las vacaciones de los ninos. Yo en particular no tengo ninguno y aunque sospecho que durante mis propias vacaciones la densidad de ninos por metro cuadrado probablemente me destrozara los nervios, la paz interior y los resultados de mis ejercicios de relajacion, reconozco que ahora que ellos estan de vacaciones y sus padres tambien y yo no (porque en Londres nasti de plasti hasta el viernes) disfruto todos los dias de la felicidad de tener asiento en el tren (dos grandes ventajas: no te salen varices y tienes asegurado el espacio necesario para seguir respirando con normalidad).

·        Tener tiempo para ir a la peluqueria. No el acto en si mismo, que me parece una perdida de tiempo, sino la tranquilidad mental que no ire a la boda de mi amiga, llamemosla X, con los pelos de la bruja averias.

·        La obligacion de brunch y del asado de los domingos. Porque si hay que desayunar huevos revueltos con bacon, pues se hace el esfuerzo. Y si hay que comer cordero asado, pues tambien. Y para remate, como me siento abandonada por mis amigos que han decidido irse de vacaciones mientras yo mando de vacaciones eternas a mi actual fregadero y desescombro mi entrada (donde reposa el nuevo fregadero desde hace 3 meses), pues toca jornada mexicana el sabado noche: quesadillas, tacos, chile con carne… Una pena que todos los invitados sean virtuales via Whatsapp.

·        Tiempo para limpiar el armario. Porque reconozcamoslo: hay muy pocos seres humanos que se haya constatado empiricamente que son humanos que sigan la regla de tirar una cosa del armario cuando compran algo nuevo. Yo personalmente tengo mas el sindrome de Diogenes, lo que significa que tendre que hacer un gran esfuerzo para tirar las dos cajas completas de pijamas viejos que mi madre, que posiblemente comparte enfermedad conmigo, me convencio para no tirar por si un dia se le olvidaba a ella el pijama en Madrid (que digo yo que tambien podemos ir a Primark a comprar uno por 8 libras…). Asi que me toca limpiar, tirar todo lo necesario y sobre todo lo innecesario y hacer espacio para todas las cosas buenas que la vida me tiene preparadas (esto es de tipico manual de coaching, que traducido a mi idioma significa que no tendre que volver a poner cara de limon en una temporada cuando intente meter a presion una prenda mas en el armario.

Y de las cosas que no me gustan, sobre todo por el desgaste mental, son las fotos en Facebook de toda la gente que lleva unos dias de vacaciones y tienen la necesidad imperiosa no solo de irse a la playa sino de compartirlo con todo el mundo y poner la guinda preguntando que hacemos los demas! Pues poner fregaderos, limpiar armarios y ahogar las penas en comida mexicana.

Sin acritud J

Lara Jones

6/3/13

Y que no me guste viajar


Como una es un ente poco glamouroso, de las que esta con Dorothy (de El Mago de Oz) en que se esta en casa como en ningún sitio, conteste super risueña a una de mis amigas que mi plan de viaje para 2013 era quedarme en casa. Y las dos nos miramos con estupefacción: ella porque recorre el mundo con los conquistadores españoles del siglo XV (exceptuando la parte del caballo… Y la de la espada también) y yo porque solo de pensar en sus planes de viaje, me empiezo a marear y solo puedo decir ‘ay, que”gomito”’, como cuando tenía 3 años.

Y es que a mi me encantaría viajar, si y solo si (como en clase de mates):
·         Me pudiese tele-transportar. Un hago chas y aparezco a tu lado, al mas puro estilo de los años 80. Porque cuando viajas entre que haces la maleta, llegas a la estación/aeropuerto y luego te transportas en medio centímetro cuadrado, con tus rodillas intimando con las de tu compañero (desconocido) de asiento.
·         Me pudiese volver a dormir a casa. Porque me encantan los armarios de los que te puedes pasear dentro, tener ducha y bañera y que todas las luces enfoquen donde deben. Pero reconozco que después de 10 minutos de entusiasmo por esos pequeños lujos, yo lo que quiero es dormir con el gatito Jones, darme algún paseo furtivo al frigorífico y ponerme los calcetines de dormir que me deje en la maleta.
·         La sensación térmica cuando aterrizo es la misma que en las fotos. Y es que yo cuando viajo, acabo sintiéndome como una mujer menopáusica: con unos sofocos increíbles en los sitios donde la foto ensenaba un paisaje con sol y casi perdiendo el conocimiento en los sitio con nieve. Asi que, por favor, a poner el mundo a 20 grados que desde que vivo en Londres no tolero mucho mas.
·         La comida local es la comida de mi madre. Y es que no hay nada peor que irse de viaje y acabar con el estomago del revés por la comida de los lugareños. A mí esto con lentejas con chorizo no me pasa así que voto por ellas en todos los rincones del planeta (cocinadas con agua limpia eso sí, que el marrón de la salsa no es del agua de lavarse los pies) aunque en su lugar, acabo siempre en McDonald’s, que siendo prácticos, la comida es la más segura del planeta aunque solo sea para evitar daño de marca.
·         Me puedo volver cuando quiera. Porque no hay nada peor que cuando estas de viaje, ya estás un poco hasta las narices de echar de menos los calcetines de dormir y las lentejas y echar de mas los sofocos y la penuria de cualquier medio de transporte, y darte cuenta de que todavía te quedan tres días a menos que estas dispuesta a empeñar un par de órganos vitales para volver a casa… Un dolor…

Y por supuesto tengo que acabar con las cosas que adoro de los viajes: el buffet de desayuno!!! Eso no me importaba que me lo trajesen a casa, a poder ser con un mayordomo incorporado que me limpie la habitación y si va justo de tiempo, mejor que se encargue solo de dejar como un espejo la cocina.

Lara Jones

PS Mil disculpas por el retraso y por no dejar comentarios en otros blogs con la misma frecuencia de antes. Sigo trabajando 12 horas al dia, en cuanto la situacion se normalice todo volvera a ser como antes.