La invitación de la boda en Serbia no me pillo por sorpresa. La pareja mas ideal y que mejor sale en las fotos de todo Londres se casaba por segunda vez (no en plan 25 años sino en plan ‘la ultima vez no lo hicimos por la iglesia’). Así que los invitados de todas partes del mundo hicimos un hatillo y nos encaminamos a Belgrado.
El vuelo estupendo, como volar directa requería la donación de un riñón y algún otro órgano vital, opte por hacer escala en Montenegro. Primera sorpresa: el aeropuerto tiene solo 5 puertas y tienes un guía al que solo le falta el paraguas que te lleva al avión. Muerta me quede, teniendo en cuenta que embarque en Gatwick (100 puertas) y si se te ocurre desviarte del camino la policía te dispara.
Llegue a Belgrado al hotel fantástico donde se celebraba la boda al día siguiente despelujada y corriendo como un avestruz, con la cabeza y los pies por delante y el cuerpo siguiendo a cierta distancia) para ser interceptada en el vestíbulo por el novio: nos íbamos toda la tropa internacional a cenar escoltadas por la novia y su hermana, una modelo profesional y otra que podría serlo igualmente.
La cena, en un lugar idílico en el centro de Belgrado estuvo amenizada por trompetistas!!! Al más puro estilo tuna pero sin leotardos ni cascabeles, es tradicional pagar a los trompetistas para que te toquen al oído (alguno interpreto que se les paga para que dejen de hacerlo, pero no) y el festín de carne empezó. Porque los serbios se alimentan de carne. De mucha carne y casi exclusivamente de carne. No me di cuenta de la dimensión de las palabras de la novia ‘a los serbios nos gusta la carne’ hasta el día siguiente en el banquete…
El día siguiente fue otro aluvión de sorpresas: la abuela de la novia había cocinado para nada menos que 80 personas que estábamos invitadas a la comida pre-boda (es decir, que había que ir emperifollados a temperatura Madrid, o sea, sol de justicia). Así que con una hora de retraso que ha sido la primera vez que he esperado a ningún hombre en mi vida (su excusa es que su piel sensible no tolera afeitados acelerados) nos presentamos en la casa de la abuela. Para cuando llegamos, el resto de los invitados ya estaban más que felices bailando en círculos al más puro estilo griego. La gran sorpresa es que en Serbia no solo es que puedas ver a la novia antes de la boda, sino que la novia entra bailando con los trompetistas (probablemente los mismos de la noche anterior) tocando. Después de la comida, a nada menos que 40 grados y después de que nos dieron botellas de agua para que sobreviviésemos la misa a las 3 de la tarde (la siesta española cobro más sentido que nunca), nos fuimos a la ceremonia religiosa. Sorpresa numero 2: no había bancos en la iglesia.
Pese al calor de justicia, los tacones de aguja, la botella de agua en el bolso y el pelo que se empezaba a rizar presa del derretimiento generalizado, al terminar la ceremonia nos fuimos al banquete y nos sentamos como gente civilizada que somos para ser levantados e invitados a bailar. Y es que entre plato y plato, se baila. Y se baila fundamentalmente en corro con unos pasos perfectamente ensayados que los no serbios aprendimos sobre la marcha. El sorbete digestivo de limón, totalmente innecesario, para el final de la cena ya has quemado todo.
De la comida, tengo que decir que muy impresionada con los quesos y la carne. El apartado carne tanto en calidad como en cantidad porque comimos nada menos que 4 platos de carne, a saber, un plato gigante de entremeses para cada uno, una sopa de venado, un solomillo con ñoquis y un plato de carne típica Serbia. Para el final de la comida, un trozo de tarta para contrarrestar la sobredosis de proteinas era absolutamente necesario.
Y por supuesto volvieron a aparecer los trompetistas, bailamos hasta el final en círculos y no círculos y yo finalmente me retire a mis aposentos (mi habitación tenía un armario de los que se entra andando al más puro estilo americano) porque mi vuelo era a las 8 de la mañana.
En resumen: aconsejo sobradamente ir a bodas fuera de España, tanto si eres invitado o si tienes que pagar por la invitación (tómatelo como la entrada por la que pagas para ir a un concierto).
Y por supuesto, dar las gracias a la pareja de recién casados por la invitación. Los dos estaban ideales y los invitados lo pasamos súper bien.
Lara Jones