11/12/20

¿Como se desconecta el viento?

La hijísima Jones y mamá Jones son antagónicas. La primera es la princesa del guisante; la segunda un oso pardo pero, no es su versión pescadora de salmones, no, sino en la versión hibernación constante. 

¿Resultado? Una madre que es capaz de dormir de pie, incapaz de dormir porque tiene una hija incapaz de dormir en general, ni de pie, ni sentada, ni tumbada, ni en su cama ni en la de su madre. Y entonces, para rematar, vienen los días de viento. Quien inventó el viento, que por favor lo desinvente. O le ponga un botón de apagar. 

Los días de viento son cruentos. Las noches, son todavía peor. La hijísima Jones se despertará siempre puntualmente a la hora a la que su madre está profundamente dormida y cuando se despierta no sabe ni dónde está. A la pregunta de si está asustada, la respuesta siempre es sí. No sé ni por qué pregunto. Bueno, sí que lo sé. Pregunto porque albergo la esperanza de que me diga que no y no me la tenga que llevar a mi cama. 

Mi cama es normalmente un sitio muy tranquilo. Dormimos tres seres vivos: dos gatos y yo. Cada uno tiene su sitio y mientras lo respetemos no hay disputas ni bufidos, ni por su parte, ni por la mía. Ahora, quando arriva la bambina: ¡Se estropeó el invento! 

La hijísima, incapaz de dormir porque su equipamiento de fábrica no lleva el sueño fácil, da vueltas como una peonza por la cama. La gata, alarmada por perder su sitio a mi lado, empieza a buscar huecos imposibles entre la niña y yo, sopena de morir aplastada en una de las vueltas de la peonza. 

El gato, que ha perdido su sitio porque ya todos no cabemos a la altura de la almohada, viene a atacar a la gata. Y la creadora de todo el tinglado familiar, o sea, yo, se debate entre un sueño como el de la bella durmiente y poner orden. 

Al cabo de las horas, la peonza al final se duerme (nunca antes de dos horas de giros intensos).La gata decide mudarse a la almohada y ocupar todo el espacio dónde debería ir mi cabeza si yo quisiera o pudiera evitar lesiones. El gato se acomoda en lo poco que queda de su trocito asignado. Y yo, duermo hecha un ocho entre los dos gatos y la niña que ha decidido dormir en paralelo a las almohadas. 

Después de esta noche tan extraordinaria, sigue haciendo viento. ¿Dónde se apaga? O en su defecto, ¿a que dirección mando la niña peonza?


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