16/11/16

Y se hizo la luz


Hace unas semanas que me mude de vuelta a Madrid. Y cuando por fin parecía que alcanzaba la luz al final de túnel, se me apago. Así, de repente, como en la canción de Alejandro Sanz de cuando yo todavía llevaba calcetines hasta las rodillas y Gran Hermano ni existía.

Al principio no me di cuenta: estuve muy ocupada sorteando los electrodomésticos que me dejaron sin instalar en la cocina y recuperando a la gatita Jones de casa del vecino, donde había entrado literalmente por el único hueco posible.

El caso es que una vez superados los calores pre menopáusicos causados por la combinación de incidentes y el no ser capaz de encontrar ni la ropa interior, me di cuenta de la era de oscuridad en la que había entrado. Si salía del garaje, tenía que hacer aspavientos cual superviviente de Viven para que se encendieran las luces del portal; si salía de casa, tenía que bailar Xuxa para ver donde tenía que meter la llave; si venia el repartidor de Amazon y se quedaba quieto en el rellano, ahí que estaba yo cazando moscas. Y todo para encender unas luces automáticas endiabladas con sensores traviesos.

Porque a mí que me expliquen el tipo de sensor que tienen, cuando una persona de 1.75 tiene que estirarse a lo alto como si saliera de body combat para encenderlas. Y sobre todo, qué relación tienen estas luces (hermanas carnales claramente no) con las luces que yo tenía en Londres que no solo se encendían sin rechistar cuando estaba en el rellano sino también cuando me intuían a través de la mirilla moviéndome dentro del pasillo de mi casa. Y es que claro, ni tanto ni tan calvo. Ni bailar YMCA para poder ver por dónde vas, ni casi gatear para que no se encienda la luz por la noche y tú, que estás sola en una casa Londinense con una puerta de papel de fumar que no se ha cambiado nunca porque pertenece a la comunidad y no al propietario y para cambiarla se necesita dispensa papal, una donación sustancial y pagar las puertas del esto de los vecinos, te mueras de miedo pensando que viene un loco (léase espontaneo o novio pasado) a secuestrarte.

Total, que aquí estoy con la luz de mi teléfono, que es la más fiable, los brazos extendidos hacia el cielo y escuchando atentamente para que ningún vecino me pille en plena performance intentando hacer el milagro. Aunque bien pensado no sé porque me preocupo tanto, probablemente ellos estén haciendo lo mismo e igual hasta podemos hacer una coreografía, una chirigota y ganar algún concurso o grabar un video viral.

Lara Jones