Odio los tramites burocráticos incluso si los
puedo hacer por Internet. Detesto llegar a un edificio público y tener que
esperar cuando en realidad tengo cita y ya es la hora mientras montones de niños
(porque parece que me persiguen) se montan su parque particular alrededor de
las sillas donde estoy esperando fingiendo estar totalmente sorda. Me repatea
llegar al mostrador y encontrarme que o algo no está correcto o quien me
atiende tiene el mismo interés en hacer su trabajo que yo en perder el mío (es
decir, cero porque como madre soltera del gatito Jones tengo una boca que
alimentar y eso es una responsabilidad). Pero el remate del tomate es hacerte
el DNI siendo no residente en España.
Empezamos el periplo: no se puede renovar
fuera de España (el pasaporte sí) así que me meto en la página web y pido cita
en mi lugar de vacaciones porque lo último que me falta para perder la
paciencia y la sonrisa es tener que ir a Madrid a 40 grados a renovar el DNI
cuando hay sitios con más playa y menos calor. Y la página me devuelve no solo
un error sino un correo de confirmación de la hora (raro, raro).
Me armo de paciencia y me voy al consulado a
por una carta firmada por el cónsul como que vivo en Londres y no en
Villaconejos de Arriba. 20 minutos y tres Valium después (por Dios, había dos niños
que hacían ruido como si fueran 200) consigo la carta. Meto en la maleta la
carta, mi antiguo DNI y unas fotos que utilice para el pasaporte que renové en
Londres. Unas fotos para las que: no podía llevar flequillo, se me tenían que
ver las orejas y no podía sonreír. Vamos, que yo pensé que después de cumplir
todos esos requisitos que se necesitan para las fotos en documentos británicos,
mis fotos eran el colmo de la perfección.
El día y media hora antes de la cita, me presenté
en la comisaria. Como estaban más aburridos que una paraguaya porque a las 9.30
en la costa a nadie se le ocurre hacerse el DNI me dejan pasar al mostrador de
pasaportes donde, oh sorpresa, una funcionaria súper amable y eficiente me
atiende. Como no podía salir todo bien a la primera y para matar mi gozo, me
informa que la foto de las orejas sin sonrisa ni flequillo no vale porque el
fondo no es blanco. Vaya por Dios. Me tengo que hacer otras fotos. Y me las
tengo que hacer el único día de mi vida que voy sin pintar y con una coleta
porque levantarme a las 7.30 me parecía ilegal de vacaciones y mi siguiente
actividad era coger la toalla e irme a la playa. Debería haberlo sabido: el
mejor anti vecinos y amigos que tengo es ir impecable. No me encuentro con
nadie. Ahora el día que voy sin pintar: señor, podría ganar un concurso de
popularidad.
El caso es que me hago las fotos llena de
brillos, con pelos de rata ahogada, sin enseñar las orejas y sonriendo (a saber
si me dejaran pasar la frontera ahora). Y vuelvo a la comisaria. Me indican que
pase todo recto, lo que a mí me parece una invitación a aterrizar en la silla
para extranjeros (total la vez anterior iba a DNI y acabe en pasaportes). Y una
funcionaria de las que ganaron puntos extra para la oposición a base de ser
desagradable me dice: ‘tú sabes leer?’ (hombre, señora, yo es que soy de una generación
donde la educación básica era obligatoria, así que va a ser que sí). ‘Y que
pone ahí?’
Me sentí un poco como la ‘l’ con la ‘a’, ‘la'. Solo que con 33 años
no sientes ni la menor satisfacción por acertar. Pues a ver, pone extranjeros,
pero vamos que mejor le hace la pregunta a su compañera la de pasaportes porque
si hay que leer lo que pone encima del mostrador, entonces la que no sabe leer
es su compañera. No lo dije, pero lo pensé porque con esto de que son policías,
si te pones tonta, es desacato a la autoridad y al fin y al cabo, yo necesito
mi DNI para continuar con mi vida.
Cuando por fin me siento debajo del cartel
con la palabra adecuada para mi meta (DNI), me atiende una señora policía con
un vestido de playa de esos que yo calificaría para ‘madrugar y tirarlo’. En
fin. Y sin la más mínima idea de inglés. Y ahora vas tú y le explicas que la
calle donde vives en Londres, no tiene números, tiene nombres de edificios, que
el edificio y la calle mejor que vayan en la misma línea (por si un día pasa algo que al menos
encuentren y rescaten al gatito Jones) y, lo que es peor, y una clara muestra
de que esta chica se saltaba no solo las rebajas (que tienen unos vestidos monísimos)
sino las clases de geografía porque, al menos en mi época, Reino Unido no era una provincia sino un país.
Resumiendo, que cuando íbamos por el error número
20 y yo ya no podía con mi vida, y aunque la dirección en mi DNI nunca ayudará
a encontrarme, desistí y la dejé que pusiese lo que quisiese. Porque al fin y
al cabo, ni ella hablaba inglés, ni yo era de la tierra, ni ella tenía interés,
ni yo paciencia.
Así que cuando por fin me configuraron el
DNI, salí victoriosa de la comisaria a pesar de que en la foto parezco una rata
ahogada, la policía española cree que no se leer, yo estoy convencida de que
los que no saben leer son ellos y encima solo tengo 10 años para que se me pase
el trauma porque para entonces tender que volver.
Solo rezo para que el gobierno español se
apiade de sus súbditos y empiece a dar clases de atención al cliente a sus
funcionarios que para conservar un puesto vitalicio lo primero que tienen que
hacer es no matar al personal ni a disgustos ni de aburrimiento.
Lara Jones