3/1/11

El ratoncito Jones

Reconozco que los ratoncitos siempre me han inspirado ternura. Adoraba verlos en los libros de animales, en los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente, en las pajarerías... ahora el día que vi uno corriendo por mi salón, todo atisbo de ternura se desvaneció a la velocidad de crucero de mi nuevo inquilino.

Primero, porque ya convivo con un número suficiente de inquilinos de múltiples patas de colores variados, normalmente adornados con alas y antenas (como campanilla pero sin ese toque de encanto que evita que les eches Cucal); segundo porque ya tengo suficientes animales de dos patas intentando entrar en mi casa (que parezco la policía fronteriza intentando que no se me cuelen ilegales) y por ultimo porque, ¿dónde han estado esas cuatro patas que se mueven tan deprisa antes? De acuerdo con esa fuente de sabiduría inagotable llamada madre, probablemente encima de mis platos bailando un rock & roll justo después de haber andado descalzo por esos mundos inmundos de Dios. Yo personalmente creo que entre el rock & roll y la media hora de jogging por mi salón, el ratón se pego una ducha y se echo mi mascarilla Critical Repair, que definitivamente le deja el pelo más brillante a él que a mí.

En cualquier caso, desde que le vi por primera vez, sólo tengo un objetivo en mente: convencerle para que se mude a casa del vecino. Y eso que a estas alturas he intentado ser persuadida por mis compañeros de trabajo que atesoran una sospechosa cantidad de información por cabeza sobre como matar ratones y por un empleado de B&Q que gentilmente me sugirió comprar una trampa reutilizable (fingiré que no he captado la indirecta de que esto no es una ocasión especial sino una versión de prueba de lo que se avecina).
Ratoncito, super tierno hasta que lo ves corriendo por tu alfombra


Y es que, pese a mis flirteos con métodos agresivos de convicción (compre una trampa opaca que encierra al ratón pero no lo mata porque Harry Potter me enseño que pueden gritar durante el trance y entonces igual la que se muere soy yo) que se resumen en un total de cero ratones cazados (oportunidad de oro perdida para entender por qué los gatos ronronean) y dos horas de auto-humillación en privado, he sucumbido a los repelentes de ratones con ultrasonidos. Tan limpios, tan enchufables, tan poco contacto directo requerido con el roedor vivo o muerto... Es que son todo ventajas.

Y por el momento, tengo que decir que he recobrado mi dignidad (nada de gritos  las 8 de la mañana en mitad de un ataque de histeria), el sueño (días y días pensando que igual abría el ojo y me encontraba al ratón leyendo el periódico a mi lado) y me he reconciliado con mis valores (nada de matar animales, especialmente si luego la que se tiene que deshacer del cadáver soy yo). Lo dicho, hagamos la guerra con el repelente y no les demos amor, o algo parecido que decían los hippies.

3 comentarios:

  1. Y que ha sido del mítico ratoncito Pérez? y Mickey Mouse? y el gran Super-Ratón? y del Gato Tom?
    Y si tenía rata y ratoncillos? Lo mismo la ratita presumida, es ahora una pobre rata viuda, que no sabe con qué mantener a su prole.
    Ya lo decía Super-Ratón, a mineralizarse y a vitaminarse, que el mundo es duro y cruel....
    "El ratoncillo colorao"

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  2. Yo creo que era Speedy Gonzalez y definitivamente era padre de familia, porque se comio parte de mi ropa para hacerse un nido. Aunque igual me lo envio Amancio para que le ayude a aumentar sus beneficios. Ya sabes que Lara tambien viste de Zara!

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  3. Muy bien, no matar animales es un buen principio, pero... ¿pasearlo en una bolsa durante veinte minutos por medio Londres para que no memorice el camino de vuelta a tu casa? ¡Inhumana! ¡El pobre ratón debió de echar hasta la primera papilla! ¿Por qué no confiesas tamaña crueldad en el post?
    Un besito, hermanita ;)

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