26/3/12

5 pequenos placeres diarios


Como dice un anuncio de chocolates, la vida está hecha de pequeños placeres. Y aunque a mí me gustaría que fueran bastante más grandes (los placeres al contrario que los perfumes si vienen en frasco grande en forma de jubilación anticipada unos 35 años antes de tiempo mejor), me he visto obligada a conformarme con mis pequeños placeres diarios:
v  El café de por la mañana. Porque da igual que sea diurético, que no haga ningún bien a mi piel ni a mis órganos internos, que el médico me pregunte si tomo café como si vendiera droga a menores de edad, que objetivamente sepa mal, que le tenga que poner azúcar y leche para tolerarlo o incluso que en mi oficina sea de mentirijilla, o sea soluble. Lo necesito, me gusta y ese primer sorbo me devuelve a la vida.
v  La ducha calentita después de desayunar. Murphy, chínchate he encontrado como evitar mancharme con el desayuno. Como estoy en pijama no tiene interés. Y contra el agua calentita de la ducha y el gel de fruta de la pasión no hay nada que puedas hacer.
Sleeping Dog
Somos o no somos todos un poco como el?

v  El momento maquillaje: porque adoro verme por la mañana despelujada y sin arreglar y conseguir en media hora estar duchada, con el pelo colocado y mi mejor cara. No es que la gente en el tren lo agradezca, pero a mi sentirme una chica L’Oreal me sienta estupendamente
v  Salir del trabajo, porque si entrar no me produce gran excitación, salir y pensar que mi tiempo es para mí me hace comportarme como si estuviera en el señor de los anillos: mi tesoro.
v  Taparme y apagar la luz: porque de verdad que es de los mejores momentos del día, cuando estas ultra cansada, desmaquillada, con tus cremitas puestas y calentita… Te tapas, apagas la luz y a disfrutar de tu ultimo placer del día. Dormir para muchos… O lo que sea J.

¿Algún pequeño placer que se me escapa?

Lara Jones

19/3/12

Desastres mix Marzo 2012

Llevo meses sintiéndome como una diosa griega, solo que sin corona, un poco más alta y significativamente más vestida. Y es que en Londres, al contrario que en Grecia, si vas desvestida te acatarras. ¿El motivo de tanta celebración emocional? Haberme mantenido unos cuantos meses sin la retahíla de desastres diarios que me caracteriza. Pero, como decía María Jiménez (la del pavo real): İse acabo!
Asi que como víctima de mí misma que soy, resumo mis calamidades de las últimas 24 horas:
·         El borde churruscado de una tostada en el tostador ahúma un poco y la alarma de incendios, que yo estaba casi convencida de que no funcionaba (en parte porque al no fumar nunca la había probado), se vuelve loca. Acabo abanicándola a ella primero hasta que se apaga y abanicándome a mí después de tanto esfuerzo. Es lo que tienen los países donde practican el deporte de tener moqueta: tienes alarma de incendios en todas las casas y una neurastenia generalizada que hace que sean tan sensibles que huelen mi tostada quemada desde la habitación contigua.
·         Voy al gym y justo cuando me voy a poner el bikini... Zas! İMe doy cuenta de que se me ha olvidado la mitad! ¿Qué hace una en estas situaciones? Pues volverse a casa con la mitad del bikini y la frustración entera. ¿El segundo intento? Mejor, bikini entero pero volví a casa con un nido de gaviota en la cabeza al más puro estilo Amy pero sin pulgas. Y es que me acordé de coger el bikini y se me olvido el peine.
Hiding Face
Yo no quiero ni mirar tampoco
·         La jarra del café, de tan mareada que la tengo de pasearla por la cocina para enchufarla y desenchufarla se cae patas arriba y se rompe en añicos. Mas o menos lo mismo que hemos sentido todos cuando hemos jugado de pequeños a perder el equilibro a base de dar vueltas sobre nosotros mismos en versión cristal. O lo que es lo mismo, jugar a la ruleta rusa solo que la que da vueltas eres tú y además, cuando por fin terminas, te auto-destruyes. Amazon me enviara una nueva jarra con suerte a tiempo para mi café de después de comer del sábado. Happy days!
·         Salgo de casa disparada para llegar al coche  y darme cuenta de que tengo dos bolsas de basura adosadas a mis manos. ¿De dónde han salido? Y sobre todo, ¿en qué momento me he pasado el cubo de basura? Como evidentemente no me apetece reconvertir mi maletero en un vertedero, me vuelvo a casa cabizbaja en busca de los cubos de basura que serán el hogar de mi basura y de las ratas Jones.
·         Voy a una fiesta y justo cuando estoy en mi momento Preysler cogiendo un canapé glamurosamente, me lo tiro por encima. Menos mal que no era material radiactivo y había un español y un argentino en los alrededores que me recogieron en mitad de mi crisis de elegancia.
Asi que ahora creo que voy a estar una semana en reposo porque estoy casi segura que esto, como muchas otras enfermedades, se pasa si no haces nada. ¿Sere yo la única que tiene esta maña?
Lara Jones

13/3/12

6 formas de entretenerse en los viajes sin Apple

Si hay algo en lo que nunca pense que me convertiría es en una abuela_cebolleta. Pero me subí a un tren de larga distancia hace unos días. Tengo que aclarar que no por equivocación o por vivir al límite, más bien por trabajo. El caso es que cuando por fin encontré mi asiento, dos caderazos y un par de codazos después, aterrice en la mesa de una familia, cada uno con un juguete ‘i’ diferente (iPod, iPad, iPhone, i-lo que sea) y una señal invisible en la frente de ‘do not disturb’. El único momento en el que se comunicaron fue cuando el tren empezó a andar, aproximadamente 3 segundos de miradas excitadas, y vuelta a sus ‘is’ y lo que sigue.
Y de un plumazo aterrice en Santander, los 80, el ‘gran viaje’ de vacaciones a casa de mis abuelos, con mis primos todos de mi misma edad y nuestros métodos de entretenimiento familiar durante los traslados en coche. ¿Que hacíamos antes de los ‘i’s y lo que sigue, kindles, DVDs y demás?
Pues aquí va la respuesta para todos los que se saltasen la década de ‘Alaska y los pegamoides’, Hombres G en sus años mozos, los teléfonos de ruleta, los casetes y los coches sin cinturón de seguridad en el asiento de atrás:
v  Cantar – Y cantábamos mucho y mal todos los grandes éxitos de los 3 últimos siglos: ‘Vamos de excursión’, ‘Vamos a contar mentiras’, ‘Susanita tiene un ratón’, ‘Hola Don Pepito’, ‘Que es un coconut’ y justo cuando mi madre iba a empezar con la ‘Gallina Coco Guagua ‘ (de Enrique y Ana) empezábamos de nuevo porque a mí la historia de una gallina abandonada por su mama me ponía muy melodramática.
Autumn
Es o no es mona la carretera?

v  Contar los coches de un color. El color era lo de menos, pero como en esos años no había plateados, dorados y, en general, muchos metalizados nos limitábamos a coches blancos y rojos. Normalmente alrededor del coche 120 de un determinado color nos perdíamos y volvíamos a empezar. O si nos llevaban a todos los primos en el asiento de atrás (porque no había cinturón y, en muchos casos ,tampoco sentido común) discutíamos por quien llevaba la cuenta más exacta o quien se había saltado un coche.
v  Contar los tacos que decía mi padre o mis tíos mientras conducían. No solo porque los hombres eran muy prolíficos (llegamos a contar 30 en aproximadamente 20 minutos un día) sino porque las mujeres se dedicaban a ir apaciblemente mirando el paisaje fingiendo que no nos escuchaban contar y que no les parecía mal el despliegue de herejías. Lo que habríamos dado por un pase privado de la reprimenda a nuestros padres por mal hablados.
v  Vomitar. Yo por lo menos. Y no es que fuera un entretenimiento en sí, pero es que el desfiladero de la Hermida era mucho desfiladero (y lo sigue siendo) y, bueno, no es glamouroso, pero era parte del viaje y del momento familiar: ‘abre la ventanilla que la niña se marea, ve un poco más despacio, creo que vamos a tener que parar, paraaaaaaaaaaaaa’...
v  Jugar a Veo Veo o a la Oca imantada. La distracción duraba solo un ratito porque con esta España tan colorida las palabras ‘árbol’, ‘carretera’, ‘montaña’, ‘cielo’ y ‘águila’, no estiraban para más de 5 km de los 500 que había que hacer. Y la Oca, pues es la Oca, con la ventaja o la desventaja de que las fichas nunca se te caían.
v  Y por supuesto, no podía falta el ‘cuando llegamos?’, empezando por el semáforo de la esquina de casa y diciendo el ultimo en la esquina de casa de mi abuela. Un total de unos 2 millones de veces por trayecto solo interrumpido por el conteo de coches rojos hasta 120 (porque los descansos hay que aprovecharlos para sacar información productiva, of course).
Asi que tanto como me gusta el Whatsapp y reconozco que miedo me da la crisis de ansiedad que se puede desencadenar si mi portátil esta desaparecido en batalla, no puedo evitar echar de menos esos días en los que se vivía sin móvil y no pasaba nada, veíamos menos películas que nunca y éramos felices como regalices llenando el tiempo con juegos inventados con presupuesto cero. ¿Soy yo la unica nostalgica?
Lara Jones

5/3/12

Afternoon Tea

Las mujeres somos animales inseguros por naturaleza: nos preocupan nuestras unas quebradizas, las puntas abiertas, las raíces (y no de las plantas precisamente), la celulitis, los abdominales, pasar por tontas, pasar por listas y, a mi especialmente, cocinar para los demás. Porque de todo Londres, probablemente soy la única mujer soltera que se cocina felizmente unas lentejas con chorizo para ella sola, pero entra en pánico si tiene que hacer palomitas para los demás.
Por eso, la fiesta de inauguración de mi casa, que simplifique hasta niveles extremos a un afternoon tea en parte porque la que limpia soy yo y el alcohol es muy pegajoso, en parte porque fiestas con aforo limitado a 6 personas no dan mucho juego, fue uno de los momentos más estresantes de mi vida por delante de hacer el examen de conducir, presentar el proyecto de fin de carrera y el primer día de rebajas:
v  El viernes por la noche, ahí estaba yo, en la cocina con 18 huevos (no fecundados así que sin riesgo de pollitos), 2 kilos de harina, hojaldre, cacao, manzanas, un limón, yogur y dos toneladas de azúcar. La misión: producir un bizcocho de limón, roquillas, un bizcocho de chocolate, 9 flanes y un hojaldre de manzana.
v  3 horas después, ahí seguía yo con 6 huevos sin cascar, 12 cascados, 1 bizcocho de limón perfectamente hecho, 25 rosquillas saludables, un bizcocho de chocolate desinflado (los bizcochos deberían ser más comprensivos y dejarnos romper la regla de no abrir la puerta del horno cuando estamos en condiciones de agotamiento extremo o manejando dos hornos simultáneamente) y 9 flanes en proceso con un caramelo que estaba claramente quemado pero que mi nivel de cansancio enmascaro como ‘un poco más sabroso de lo normal’.
A Perfect Day
Ay que ver lo bonita que ha quedado la mesa, aunque no sea la mia

v  A la mañana siguiente, ya con mi buen juicio de vuelta llego la crisis: los flanes no eran comestibles y el bizcocho de chocolate… partió un cuchillo por la mitad. Asi, sin avisar ni nada. Y tenía exactamente 5 horas para hacer el hojaldre de manzana, los flanes y el bizcocho de chocolate. Asi que era hora de priorizar. Lo primero es lo primero así que: me fui a spinning!
v  De vuelta de spinning, con la mitad de la crisis resuelta después de una mini visita al super (y es que a mí me tranquiliza mucho comprar bizcochos de chocolate por los que puedo demandar a alguien si parten un cuchillo), me dedique a compatibilizar el momento hojaldre + flanes con sucesivas crisis de no_me_da_tiempo, que_hago_yo_con_estos_pelos y otros muchos pensamientos negativos que me llevaron a preguntarme: ¿como lo hace la Preysler recibiendo embajadores con un aspecto de paz y tranquilidad increíble mientras yo recibo a mis amigos con un nido de gaviotas en la cabeza, las puntas horneadas y un par de Valium corriéndome por las venas?
v  3 de la tarde y, salvo la cocina, que parecía Sarajevo en 1992, el resto estaba listo: los dulces, el té, mis pelos al estilo Bruja Averías que yo decidí auto-justificar como una tendencia que saldría pronto publicada en el Diablo Viste de Zara o el blog de B a la Moda. Hasta el gatito Jones estaba listo para sus clases de ingles: de momento sigue respondiendo mucho mejor a ‘donde está la pelota’ en español pero todo se andará.
v  Lunes por la noche: nadie me ha contactado quejándose por envenenamiento. Después de escanear Facebook, intuyo que en realidad ninguno ha pasado a mejor vida y mi producción de dulces era toda comestible y no iba contra la salud pública. La cocina está limpia de nuevo. De hecho, puedo ver claramente donde está la encimera. Y, aunque sigo sin entender muy bien porque tantas mujeres cenan solas leche con cereales y cocinan 3 platos cuando están acompañadas, yo estoy un poco más cerca de cocinar un plato y poner las palomitas de postre.
¿Alguien más tiene más miedo a cocinar para otros que a un día sin maquillaje?
Lara Jones