25/9/12

Mi gran boda Serbia

La invitación de la boda en Serbia no me pillo por sorpresa. La pareja mas ideal y que mejor sale en las fotos de todo Londres se casaba por segunda vez (no en plan 25 años sino en plan ‘la ultima vez no lo hicimos por la iglesia’). Así que los invitados de todas partes del mundo hicimos un hatillo y nos encaminamos a Belgrado.
El vuelo estupendo, como volar directa requería la donación de un riñón y algún otro órgano vital, opte por hacer escala en Montenegro. Primera sorpresa: el aeropuerto tiene solo 5 puertas y tienes un guía al que solo le falta el paraguas que te lleva al avión. Muerta me quede, teniendo en cuenta que embarque en Gatwick (100 puertas) y si se te ocurre desviarte del camino la policía te dispara.
Llegue a Belgrado al hotel fantástico donde se celebraba la boda al día siguiente despelujada y corriendo como un avestruz, con la cabeza y los pies por delante y el cuerpo siguiendo a cierta distancia) para ser interceptada en el vestíbulo por el novio: nos íbamos toda la tropa internacional a cenar escoltadas por la novia y su hermana, una modelo profesional y otra que podría serlo igualmente.
La cena, en un lugar idílico en el centro de Belgrado estuvo amenizada por trompetistas!!! Al más puro estilo tuna pero sin leotardos ni cascabeles, es tradicional pagar a los trompetistas para que te toquen al oído (alguno interpreto que se les paga para que dejen de hacerlo, pero no) y el festín de carne empezó. Porque los serbios se alimentan de carne. De mucha carne y casi exclusivamente de carne. No me di cuenta de la dimensión de las palabras de la novia ‘a los serbios nos gusta la carne’ hasta el día siguiente en el banquete…
El día siguiente fue otro aluvión de sorpresas: la abuela de la novia había cocinado para nada menos que 80 personas que estábamos invitadas a la comida pre-boda (es decir, que había que ir emperifollados a temperatura Madrid, o sea, sol de justicia). Así que con una hora de retraso que ha sido la primera vez que he esperado a ningún hombre en mi vida (su excusa es que su piel sensible no tolera afeitados acelerados) nos presentamos en la casa de la abuela. Para cuando llegamos, el resto de los invitados ya estaban más que felices bailando en círculos al más puro estilo griego. La gran sorpresa es que en Serbia no solo es que puedas ver a la novia antes de la boda, sino que la novia entra bailando con los trompetistas (probablemente los mismos de la noche anterior) tocando. Después de la comida, a nada menos que 40 grados y después de que nos dieron botellas de agua para que sobreviviésemos la misa a las 3 de la tarde (la siesta española cobro más sentido que nunca), nos fuimos a la ceremonia religiosa. Sorpresa numero 2: no había bancos en la iglesia.
Pese al calor de justicia, los tacones de aguja, la botella de agua en el bolso y el pelo que se empezaba a rizar presa del derretimiento generalizado, al terminar la ceremonia nos fuimos al banquete y nos sentamos como gente civilizada que somos para ser levantados e invitados a bailar. Y es que entre plato y plato, se baila. Y se baila fundamentalmente en corro con unos pasos perfectamente ensayados que los no serbios aprendimos sobre la marcha. El sorbete digestivo de limón, totalmente innecesario, para el final de la cena ya has quemado todo.
De la comida, tengo que decir que muy impresionada con los quesos y la carne. El apartado carne tanto en calidad como en cantidad porque comimos nada menos que 4 platos de carne, a saber, un plato gigante de entremeses para cada uno, una sopa de venado, un solomillo con ñoquis y un plato de carne típica Serbia. Para el final de la comida, un trozo de tarta para contrarrestar la sobredosis de proteinas era absolutamente necesario.
Y por supuesto volvieron a aparecer los trompetistas, bailamos hasta el final en círculos y no círculos y yo finalmente me retire a mis aposentos (mi habitación tenía un armario de los que se entra andando al más puro estilo americano) porque mi vuelo era a las 8 de la mañana.
En resumen: aconsejo sobradamente ir a bodas fuera de España, tanto si eres invitado o si tienes que pagar por la invitación (tómatelo como la entrada por la que pagas para ir a un concierto).
Y por supuesto, dar las gracias a la pareja de recién casados por la invitación. Los dos estaban ideales y los invitados lo pasamos súper bien.
Lara Jones

19/9/12

Vuelta al cole


Siempre me han encantado los eufemismos. Desde el famoso ‘tingui’ que mama Jones utilizaba para referirse a las axilas y que nadie se enterase de que íbamos hablando de esas áreas corporales por la calle, hasta la ’vuelta al cole’ que es el eufemismo infantil decorado de Corti-Coles para referirse a la depresión postvacacional. Y es que al fin y al cabo, la vuelta al cole en versión donde-esta-mi-prozac nos afecta a todos y, por mucho que las revistas de mujeres escriban paginas y páginas sobre como engañar al cuerpo para que no le parezca que las vacaciones se han acabado, o peor, para que piense que nunca estuvo de vacaciones, el mío por lo menos se siente todavía como un chaval asustado con una mama hiper excitada que jalea la excitante vuelta al cole mientras:
·        El no puede dormir pensando si sus amiguitos siguiéndolo o si entenderá a la profesora. La versión adulta en tiempos de crisis es el juego de la silla, que da unos nervios en el estomago…
·        Le abruma pensar en los deberes. Y es que ‘’cuando arrivo a casa…’, en lugar del chico de Nescafe tenemos plancha, cocina, spinning, amigos y esa bombilla que se acaba de fundir… No nos da tiempo a hacerlo todo en una tarde y encima mañana preguntan la lección!
·        Le falta la playa, el helado y le sobra el despertador. Y es que de pequeños o de mayores la taquicardia que te entra con el despertador y la visualización del día que te espera no te la quita nadie. A veces me gustaría ser una filosofa griega, espanzurrada al sol disertando dos o tres horas al dia y si puede ser con un esclavo que me transcriba los pensamientos. Y es que escribir y el sol cansan mucho por separado, asi que intentaría hacer todo lo posible para no juntarlos.
·        Los adultos emocionados con la vuelta al cole te dan escalofríos. Pero donde los fabrican de esa calidad? Y si son humanos, que les dan de desayunar y donde se compra? El famoso carajillo ruso no es porque ya sabemos como acaba la cosa: con un zorro en la cabeza y haciendo eses…
·        Y para remate, no nos gusta la comida del cole y el recreo nos parece corto. Yo en particular sigo fantaseando con que el autobús del cole coja atasco y yo llegue un poquito tarde… Que es la versión mas triste de: ‘mama, estoy enferma’ con la realidad de una mama incrédula que te empuja dentro del autobús y tu acabas rezando a todos los santos para que el cielo te mande un atasco.

Y para terminar, mil perdones por el retraso. La vida Jones se esta complicando y ayer no pude publicar.

Lara Jones

11/9/12

John Lewis y su servicio de pescaderia-zapateria

Tengo que hacer una confesión que dejara boquiabierto al mundo blogger fashionista: no me gusta ir de compras. Me encanta el resultado: abrir el armario y tener algo para cada ocasión, combinar prendas… pero eso de ir a la tienda y tocar todas y cada una de las cosas para dos horas después darme cuenta de que la imagen mental de la chaquetilla torera de angorina rosa que quería llevar a la boda en Serbia no está en ninguna sección, incluida la de niños, me mata. Así que me he vuelto una gran fan de la compra online. Rápido y cómodo, desde el calor de las pantuflas en casa.
Y la verdad es que es la cojo-idea hasta que te das cuenta de que has comprado algo que no es tu talla y te toca empollarte primero el método de devolución y luego ir a la tienda con los pucheros ensayados por si en algún momento la cosa se complica y una lagrimilla ayuda a la colaboración de la dependienta.
El caso es que el domingo, estaba yo en esos menesteres (cojo-idea + empollar devoluciones + ensayo de pucheros) cuando en la tienda me anuncian que no tienen un numero mas de los kitten heels que estoy devolviendo. Al más puro estilo de Ally McBeal vi un remolino negro abriéndose a mi pies y absorbiéndome hacia el vacio.
En mitad de un momento de lucidez me voy a John Lewis, equivalente a El Corte Ingles y cuyo slogan tararea súper orgulloso ‘Never knowingly undersold’. A estas alturas estaba yo en ese pasaje bíblico en el que el mar se abre en dos para que tu pases, un gran cambio desde el remolino atrapa-Laras. Cuando encuentro mi objeto de deseo y me acerco al dependiente me dice con cara avinagrada ‘has cogido numero’. Perdonnnnnn??????????? Me giro y veo el dispensador de número de la pescadería. Y en ese momento se cierra el mar y me veo en un mercadillo con el típico vendedor desgañitado en plan ‘5 bragas (de cuello vuelto) por 3 euros’ y el enjambre de mujeres que no cogen catarro por los riñones eligiendo sus diseños de los años de La La La.
Cuando por fin llaman mi número y me dan un par de mi talla (rayo de sol de Marcelino Pan y Vino) el dependiente me anuncia que dejara mi compra en la caja porque, como se puede leer entre líneas, la categoría profesional de mozo de almacén con traje no permite degradaciones como cobrar la venta.
Despues de pagar y volver a mi versión Sonrisas y Lagrimas con Julie Andrews corriendo por el monte feliz como un regaliz me empiezan a acechar las dudas. Por que en Primark me tratan mucho mejor que en una tienda donde el par de zapatos medio vale 10 veces más? En qué momento de sus vidas el manager de atención al cliente decidió que un numero tipo pescadería era lo más cool del mundo? Porque en el centro comercial de al lado hay una tienda surfer con un hombre de toma pan y moja sin camiseta a la puerta, dándote la bienvenida incluso si no entras? Donde está la chaqueta de angorina rosa con la que fantaseo? Y sobre todo, si sonreir es gratis, por que tanta gente tiene cara de vinagre? Sera la maquinita de números?
Lara Jones

4/9/12

Aventura en Dubai


Tengo que reconocer que ir dos mujeres solas de vacaciones a Dubai en pleno verano no se le ocurre ni al que aso la manteca. No solo es el sol de justicia y el 500% de humedad que hace que se te empañen las gafas  según sales del hotel y se te cuezan al vapor los agujeros de la nariz, es que ser europeas sin un hombre que nos protegiese fue una aventura épica en la que un caballo y una espada probablemente no nos habría sobrado.

Como aperitivo, cogimos en el aeropuerto un ‘pink taxi’ o, lo que es lo mismo, un taxi pintado de rosa que te garantiza, para seguridad extra, que es conducido por una mujer. Y nosotras pensado que Dubai era super europeo.

Para continuar la aventura, y como dos buenas viajeras desorganizadas que somos, nos dimos cuenta a la mañana siguiente que estábamos en el Ramadán. Un detalle sin importancia si no fuera porque ningún restaurante abre hasta el anochecer y lo de comer en público no tiene precisamente una calurosa acogida. Resultado? Lo impensable: mi hermana y yo de contrabando de comida y consumo inmediato en los baños de un centro comercial.  Como dicen los musulmanes, el Ramadán te hace darte cuenta de muchas cosas, entre ellas, de que cualquier baño es un sitio fantástico para comerse unas galletitas a escondidas.

El toque exótico viene dado por las sabanas convertidas en túnicas que llevan los hombres y el pañuelo para cubrirse en tormentas de arena (absolutamente necesario) y el negro riguroso con una apertura para los ojos para las mujeres. Lo que nosotras no sabíamos cuando tuvimos la genial idea de bombero de ir a un parque acuático una vez que terminó el Ramadán, es que hay burkas para la piscina, de neopreno pero sin ajustar y con pañuelo y todo… Un pequeño error de cálculo que hizo que terminásemos bañándonos vestidas después de ser acosadas y un poco manoseadas por unos cuantos árabes. Y es que si en los centros comerciales cada hombre lleva como unas 6 mujeres (normalmente una mujer y una colección de hijas que no se pueden dejar desatendidas en casa por si las come el tigre), en los parques acuáticos hay un 80% de hombres contra un 20% de mujeres, de las cuales la mayoría son europeas con maromo guardaespaldas incorporado.

Y por supuesto, si alguien en algun momento fantaseo con el protagonista masculino de ‘No sin mi hija’, aclarar que los hombres que vimos, especialmente en bañador se parecían mucho más a las Barriguitas de toda la vida, versión gigante. Una pena porque si le añades que la mayoría son más bien recortaditos y que todos tienen pinta de necesitar una o varias duchas frías, no hay por donde cogerlos.

Y para terminar por hoy, solo decir que fuimos al desierto (un calor…), a hacer un tour por la ciudad (todavía más calor…), a una cena crucero (cena dentro del barco por el calor…), a un centro comercial (contrabando de comida + contractura por el aire acondicionado), al parque acuático (acoso y derribo) y a las montañas (un calor… y encima no nos pudimos banar en un mini-oaisis porque había una colección de hombres festejando le final del Ramadan  y según nuestro guía no era seguro). Asi que cuando cogimos el vuelo de vuelta a Londres, rodeadas de mujeres que venían de Brunei con 7 hijos cada una (como los siete enanitos pero de los que no se ganan el pan) no pudimos evitar sentir cierto alivio: no solo volvíamos al fresco sino que ademas en caso de que hiciese calor podríamos ir descubiertas. Y es que ser mujer en Dubai sin un hombre nos acabo pareciendo una experiencia muy similar a una cárcel pero sin posibilidades de libertad condicional.

Lara Jones